Seguimos con la aventura Vietnam y Camboya Express. Para los que no habéis leído la parte 1 – Vietnam, aquí tenéis el enlace.
Y ahora empecemos con la segunda parte: Camboya. Salimos de Vietnam a las 11 de la mañana, destino a Siem Riep, noreste de Camboya. El vuelo es rápido, menos de 2h, pero entre check out, vuelo, traslados y check in, se pierde prácticamente todo el día.
Como en Vietnam, no me ha sido nada difícil conseguir una tarjeta de datos para navegar con el móvil en el aeropuerto. Y en Camboya, todavía más barato, 6 dólares.
El hotel Le Meridien Siem Reap, espectacular. Un 5 estrellas con una zona de aguas digno de cualquier beach club mediterráneo.
Los días en Camboya han sido mucho menos “mojados” que en Vietnam aunque todos los días, sobre las 16h, caía un buen chaparrón… Cada día, sin falta…
Pasado el día de traslado, tocaba visitar uno de los sitios más espectaculares que he visto jamás, los Templos de Angkor, declarado en 1992 Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Hace muy poco que esta zona ha sido recuperada, ya que, con la excepción de su templo más importante, el templo de Angkor Wat, los templos han sido abandonados y la selva ha invadido las edificaciones, escondiéndola de los ojos de la civilización hasta el siglo XIX.
Hemos visitado 3 de los cientos de templos que tienen: Angkor Wat, Bayon, y Ta Prohm.
Angkor Wat es el templo más importante, tan importante que es la imagen que está en la bandera del país.
Se puede pensar que los templos son más antiguos, pero no es así, lo que me sorprendió muchísimo. Angkor Wat por ejemplo, fue construido a partir de 1113. Era originalmente un templo hindú que después se transformó en un templo budista.
El espectacular templo está rodeado de un fascinante foso de agua de unos 2 kilómetros cuadrados.
Para acceder al templo hay unos puentes que cruzan los fosos y desde las pirámides más altas se puede visualizar la abundante vegetación que rodea el sitio.
Es realmente un sitio impresionante, el único que no fue totalmente abandonado, ya que permaneció habitado por monjes budistas, pero prácticamente olvidado por el resto de la civilización.
Dicen que fue redescubierto en el siglo XIX por el naturalista francés Henri Mouhot que accidentalmente lo encontró mientras cazaba mariposas…
Otro templo que visitamos fue Bayón. También construido en el siglo XII, aunque parece mucho más antiguo que Angkor Wat. Fue creado en estilo budista y lo que le hace muy especial es que tiene 54 torres con unas 200 caras sonrientes que algunos dicen que representa al rey Jayavarman VII y otros dicen que al rey Lokesvara.
A principios del siglo 20, se empezaron trabajos de conservación del templo, primero por los franceses y después por los japoneses.
Y el tercer templo visitado, y para mí, el más espectacular, el templo de Ta Prohm, mundialmente conocido por ser donde se grabó la película Tomb Raider con Angelina Jolie.
Dejando de lado su momento de gloria hollywoodiense, el sito es realmente mágico. Es el único templo que no ha sido rescatado de la selva, justamente para mostrar cómo estaban todos los templos antes de ser redescubiertos después de su abandono.
Ruinas y árboles se mezclan, transportando a los visitantes a tiempos pasados.
Pero sin duda, la imagen que más caracteriza el templo de Ta Prohm son los de las raíces de los árboles en las fachadas de los edificios.
Angkor es realmente un sitio que hay que ver.
Al día siguiente, y para despedirnos de la aventura de Vietnam y Camboya Express, a 20 Km de Siem Reap está el lago de Tonle Sap, Reserva de la Biosfera por la UNESCO.
Cogimos un barco, totalmente adaptado a los turistas para la visita, que nos llevó a lo largo del río donde las casas sobre palafitos descansan a varios metros de altura para protegerse del río Tonle Sap. En la época del monzón el río cambia de rumbo forzado por la fuerza del río Mekong, haciendo que se inunde todo, quedando las casas “flotando” en el agua. Fuimos al principio de la estación de lluvia por lo que el nivel bajo del río nos permitió apreciar lo alto que puede llegar el agua.
La forma de vida de la población es impresionante. Viven del lago y conviven felizmente con las “dificultades” que la naturaleza les ha brindado.
La felicidad de los niños era contagiosa, sin esta presión de la sociedad en la que vivimos. Son libres y disfrutan del día, a pesar de los “pobrecitos” que he escuchado en algún momento. Pobrecitos nuestros hijos que van del cole, al ballet, a la clase de música y finalmente a los videojuegos, haciendo que olviden qué es disfrutar de la naturaleza.
Y aquí termina este viaje express que, a pesar de sus escasos días, me llenó de una experiencia más que enriquecedora, donde si puedo volveré algún día, sin una agenda tan apretada, con tiempo para contemplar con más tranquilidad la cultura y paisajes locales.
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